El viernes 18 de agosto de 1961 fue inaugurado el nuevo edificio construido para la sede de la Aduana de La Plata. Eran las 17 horas cuando el entonces Administrador, Telmo Fidel Faraone, reunía en la nueva casa aduanera al personal y Autoridades presentes, anunciando el inicio de un nuevo tiempo y la concreción de un viejo sueño.
Pero antes de volver a lo acontecido ese día viajemos en la historia para decir que la Aduana de La Plata fue creada en el año 1885 por Ley de Presupuesto nº 1572. Algunos datos elocuentes de aquel presupuesto nos muestran una Argentina sostenida principalmente por los recursos provenientes de los tributos al comercio exterior. Así, de un total de recursos presupuestados para aquel año, de un poco más de cuarenta millones de “pesos moneda nacional”, la estimación de ingresos tributarios por derechos de importación, derechos adicionales y derechos de exportación ascendía a un poco más de treinta millones de la misma moneda. En ese contexto, fueron asignados por primera vez para la naciente Aduana de La Plata en el Anexo C “DEPARTAMENTO DE HACIENDA – inciso 11, Ítem 5, un total de $ 1.004 pesos mensuales moneda nacional, equivalente a $ 12.048 pesos anuales, para solventar los gastos de personal y administrativos, distribuidos de la siguiente forma, en cálculos mensuales:
“Administrador $ 125; Contador $ 90; Vista $ 90; Escribiente (Encargado de la Mesa de Registro) $ 52; Ordenanza $ 16; Guarda (Encargado del Resguardo) $ 90; Guarda Almacén (Encargado de la Alcaidía y Estadística) $ 70; seis guardas a $60 c/u; Cabo de Resguardo $25; cuatro Marineros a $60 c/u; Ordenanza $ 30; Gastos de Oficina $ 20)”.
Al año siguiente, por Superior Decreto del 8 de abril de 1886 se creó una oficina para la Aduana del Puerto y luego por Superior Decreto del 13 de Octubre de 1886 se declaró habilitada la Aduana de La Plata para todas las operaciones.
La primigenia sede de la Aduana de La Plata fue establecida en la calle Italia- Ortiz de Rosas y Vías del Ferrocarril en la localidad de Ensenada. Fue construida en muretes de mampostería con estructura de madera y techo de chapas de zinc. Tenía una superficie cubierta de 937.5 mts. con 15 dependencias para las distintas oficinas aduaneras y una casa habitación para el Administrador. Su construcción data del año 1902.
Es oportuno a esta altura destacar parte de las palabras del Administrador Telmo Faraone, en el mencionado acto de inauguración, rescatando las vivencias y los logros que ese antiguo edificio cobijara. En tal sentido, sostenía: “se verá al fin desaparecer de su zona más transitada por propios y extraños, el antiguo caserón en el que por más de 70 años funcionara la Aduana de La Plata…respecto del cual, no debemos olvidar, que su vieja estructura de madera y chapa, con sus aireados ambientes y amplias galerías, fue testigo de la formación de varias generaciones de aduaneros, de entre los cuales, surgieron verdaderos técnicos en la materia, como el doctor Carlos Ferro, Ernesto C. Ruiz, Miguel Pires, Ramón Pernas, José Luis Di Fiori….”. “Esa es la gloria y trayectoria de la vieja casa que dejamos. Quiera Dios que con el correr del tiempo, de acá muchos años, pueda decirse lo mismo del moderno y confortable edificio a cuya inauguración asistimos alborozados…”
La nueva sede de la Aduana de La Plata fue proyectada bajo el estilo arquitectónico denominado “racionalismo”, desarrollado en todo el mundo entre los años 1925 a 1965. Basado en el empleo de formas geométricas simples y estructuras regulares, renuncia a la ornamentación excesiva y ajuste al concepto de “funcionalismo”, teoría que postulaba la subordinación del lenguaje arquitectónico a su función, es decir cualquier forma constructiva ha de ser reflejo del uso para el que ha sido concebida. Su lenguaje formal se basaba en una geometría de líneas simples, como el cubo, el cono, el cilindro y la esfera, y defendía el uso de planta y fachada libres y la proyección del edificio de dentro hacia fuera.
Volvamos ahora al 18 de agosto de 1961. Las crónicas de la época dan cuenta que hacia las 17 horas se inició el acto de inauguración del nuevo edificio. Se encontraban presentes miembros de la Justicia Federal de La Plata, de la Base Naval de Río Santiago, de la Prefectura del Puerto La Plata, de la Policía Federal y de la Provincia de Buenos Aires, de la Administración del Puerto local, funcionarios de la Dirección de Arquitectura Nacional, como así también autoridades eclesiásticas y de las fuerzas vivas de Ensenada, Berisso y La Plata.
La Dirección Nacional de Aduanas destacó una nutrida delegación encabezada por el Sr. Inspector General D. Julio César Blanco. Dicha delegación estaba integrada además por los inspectores Carlos, Girard, Borgalli, Gay, Gutierrez Zorrilla y los Sres Jefes de los Departamentos Aduanas y Contable Laureano Fernandez y Pedro Pasaggino, y por el asesor técnico de la División Construcciones Pedro Dapiaggi. Estuvieron además presentes el ex Subdirector Nacional de Aduanas don Miguel Pires y el ex Subinspector General Fernando Agulla, junto a ex funcionarios de la Aduana de La Plata.
El acto se inició con la bendición por parte del Cura Párroco José Ochoa, del edificio y de la bandera donada por el ex Subdirector Nacional de Aduanas don Miguel Pires, la cual fue de inmediato izada bajo los acordes de la marcha “Aurora”. Coreado que fuera el Himno Nacional Argentino por la concurrencia que se había ubicado en el amplio salón de la planta baja, el Sr. Administrador don Telmo Faraone, antes de iniciar su alocución, solicitó un minuto de silencio en homenaje a todos los compañeros fallecidos de la Aduana de La Plata.
Se reproducen a continuación alguno de los párrafos del discurso que pronunciara don Telmo Faraone en aquella oportunidad, en el entendimiento que aquellas palabras nos ilustrarán sobre el proceso vivido por aquellos aduaneros que siguieron el difícil camino para concretar el sueño de una Aduana moderna, acorde a las necesidades de una operativa en constante crecimiento, con la visión y la esperanza que ese sueño también beneficiara a las futuras generaciones:
“Nos encontramos reunidos para inaugurar este espléndido edificio en el que desde hoy en adelante desarrollará sus actividades la Aduana de La Plata. Realización magnífica que sólo ha sido posible mediante el esfuerzo tenaz y perseverante de los funcionarios de la Dirección Nacional de Aduanas que, a principios de 1956 concibieron un plan de construcciones, a realizarse en los asientos de las dependencias del interior que con mayor urgencia requerían nuevos locales, entre las que esta Aduana ha merecido por su importancia y por el indiscutiblemente inadecuado local en que funcionaba, un lugar preferente…”
“Todo el esfuerzo así volcado para hacerla realidad, después de más de 25 años de la fecha en que se iniciara el expediente administrativo propiciando por primera vez esta construcción, demorada y postergada inexplicablemente durante ese largo lapso, habla bien alto del espíritu ejecutivo y de la visión de los funcionarios que la prohijaron últimamente. Sobre todo de la visión, porque con este edificio la Dirección Nacional de Aduanas no se concreta a satisfacer las necesidades actuales de la dependencia, sino que contempla previsoramente las exigencias del porvenir, valorándose consecuentemente en su justa medida la privilegiada ubicación geográfica del Puerto La Plata, la profundidad de sus aguas y la amplitud de sus instalaciones…”
“Al habérsela dotado de este amplio y magnífico local, que contempla las más exigentes necesidades funcionales propias de una dependencia de esta naturaleza, sin cerrar los ojos al presente, como acabo de expresar, se ha mirado más que nada hacia adelante con una clara visión de su porvenir fundadamente promisorio”.
Al término de sus palabras el Señor Telmo Faraone agradeció la presencia de las autoridades y muy particularmente al Sr. ex Subdirector Nacional de Aduanas, don Miguel Pires por la donación de la bandera nacional que acababa de ser izada en el mástil del edificio, gesto, dijo: “con que el ex Subdirector Nacional quería rendir homenaje a la Aduana en la que había iniciado hace más de treinta y dos años su brillante carrera administrativa”.
El acto continuó con las palabras de don Julio César Blanco, en representación de la máxima autoridad de la Dirección Nacional de Aduanas. Se declaró inaugurado oficialmente el nuevo edificio, con el reconocimiento a una vieja aspiración perseguida por la Aduana de La Plata: contar, dijo,” con un edificio adecuado a la jerarquía de la Dependencia, la primera Aduana del primer estado argentino”
A continuación, hizo uso de la palabra el ex Subdirector Nacional de Aduanas Sr. Miguel Pires. Señaló que la donación de la bandera nacional significaba una demostración de gratitud a la Dirección Nacional de Aduanas, como así también un cordial recuerdo a la Aduana de La Plata y a todos los aduaneros del País, “especialmente a aquellos que están más lejos y más solos”. Además expresó que “al hacer depositarios del más representativo emblema patrio al señor Administrador y al personal de la Aduana de mis mejores recuerdos, tengo la convicción de que, a su amparo y protección proseguirá la camaradería, la amistad y el respeto, en la armoniosa reciprocidad que no mengua jerarquías y enaltece y alivia el trabajo…” “Llego una vez más a la Aduana de mis más antiguos camaradas –algunos aquí presentes- en cuya capacidad y experiencia asimilé mis primeros conocimientos en la materia, a participar en lo que aprecio como trascendental acto ciudadano: compartir el izamiento de la primer bandera de trabajo en este nuevo edificio y despedir, rindiéndole profundo y sentido homenaje, a las viejas pero aún enhiestas y firmes chapas y maderas que, en histórica trayectoria cobijaron tres generaciones de aduaneros”
Por último, las crónicas sobre este importante evento dan cuenta que, como corolario, los asistentes, entre los que se contaban numerosas familias, fueron invitados a un “bien servido lunch”, que tuvo por escenario el amplio salón de remates de la dependencia, reunión “que adquiriera los contornos de una fiesta social sumamente simpática…”.
Aquí termina la crónica de un día por demás trascendente en la historia de la Aduana de La Plata. Un día que comenzó a gestarse hace mucho tiempo. Una historia más para muchos, pero única para nosotros. Saquemos de estos hombres y mujeres las mejores enseñanzas. La preocupación por dar solución a una necesidad presente y también la visión de asegurar los beneficios para las futuras generaciones de aduaneros. Nuestro nuevo edificio luego de sesenta años sigue de pie, nuestros predecesores pueden estar tranquilos. Las “plegarias” de don Telmo fueron escuchadas. Estos muros fueron testigos de la formación de nuevos compañeros aduaneros que honran con su trabajo todos los días nuestro querido Organismo.
Dr. Juan Fernando CUBISINO
Administrador Aduana de La Plata
Después de haber leído la brillante nota elaborada por el Dr. Cubisino, actual Administrador de la Aduana de La Plata, al que agradecemos infinitamente, me lleva a recordar con profunda emoción, ya que fui testigo del acto realizado aquel 18 de agosto de 1961. Surge a mi memoria lo feliz que estábamos todos los que asistimos, los compañeros y autoridades por el logro obtenido, la nueva sede laboral como símbolo de una nueva etapa y acorde con la importancia de la actividad portuaria y su amplia jurisdicción. Ingresé a esa Aduana un 6 de junio de 1955 a la temprana edad de 14 años, como cadete oficinista, en aquella casilla de madera como lo ilustra la nota. Mi madre y mi padre también trabajaron en esa Aduana. Después de haber transcurridos los años y haberme desempeñado en Buenos Aires, regreso a la Aduana de La Plata en 1984 como Administrador, donde tuve la suerte que mis antiguos compañeros me aceptaran haciéndome sentir muy cómodo en la difícil tarea de conductor.
Debo decir, porque así lo siento, que cuando se habla de la Aduana de La Plata se debe mencionar a un gran administrador, el señor Telmo Fidel Faraone, no sólo por haber inaugurado el edificio, fundamentalmente debemos recordar su condición de líder natural, su hombría de bien y forjador de funcionarios que lograron destacarse. Realmente, don Telmo, como o así lo llamábamos, fue una figura que perdurará para toda la vida como un ejemplo de funcionario y como persona.
Guillermo F. Potenza Presidente de AEANA